jueves, 10 de noviembre de 2016

LA TENSIÓN



Esta semana, dentro de nuestro Proyecto Emocionario, hemos trabajado la tensión. Vimos la semana anterior que una irritación muy duradera nos lleva a sentir tensión.

En cuanto a la ilustración, que colgué el lunes en nuestro mural, tengo que decir que les vi muy despistados. Lo cual encuentro más que lógico. No era nada fácil de adivinar. Dos días después, abordamos de lleno la emoción.




En fin, viendo que no lo iban a adivinar (lo intuía de antemano) les comuniqué que se trataba de la tensión. Y me miraron como sin saber muy bien de qué iba la historia. De hecho, una vez finalizada la sesión, creo que lo entendieron, más o menos, pero que no es una de las emociones que hayan comprendido mejor. Pienso que, afortunadamente, por su edad, es una emoción que no experimentan demasiado :-)

El emocionario nos explica que algunos llaman a la tensión “estrés” y que nace cuando nos enfrentamos a situaciones que consideramos amenazantes, como llegar a un nuevo colegio o barrio, o no saber la lección cuando el profesor está haciendo preguntas. También comenta que se puede producir tensión cuando hay intereses enfrentados (por ejemplo, si uno desea cantar y el otro desea dormir).

¿Qué sucede cuando te sientes tenso? Pues que estás nervioso, impaciente y pierdes la calma con facilidad. Pero también vimos que si hablas de lo que te genera tensión con alguien en quien confías, experimentas un gran alivio. En este punto incidimos bastante, ya que creo que es fundamental que los niños (y adultos) puedan expresar lo que sienten.

También, para intentar que lo entendieran mejor, les dije que desde mi punto de vista, estar en tensión es lo contrario de estar relajado. Y pusimos un par de ejemplos con los que se murieron de la risa. Comparé el ejemplo que nos da el emocionario, el de llegar por primera vez a un nuevo colegio ("¿cómo será? ¿haré nuevos amigos? ¿me gustará? ¿les gustaré?…") con lo que sienten ellos cada día al llegar a clase (están tranquilos, relajados, puesto que es un ambiente conocido y ya saben lo que se van a encontrar.

Después de hablar de la tensión y de poner ejemplos varios, pasamos a compartir momentos de nuestra vida en los que hubiéramos sentido tensión. A rebuscar en nuestras propias experiencias:


Marta: sintió tensión cuando llegó a la clase de atletismo por primera vez.
Carla: Cuando su madre le pregunta la lección y no se la sabe bien.
Ángel Navarro: Cuando le preguntan algo que no sabe.
Lucía: Cuando tiene una competición de gimnasia rítmica y le toca salir.
Blanca: Cuando tuvo que bailar en la escuela de baile por primera vez.
Rubén M. Bautista: Le crea tensión cada vez que va a hacer un examen.
Rubén M. Gil: ayer por ejemplo que tuvo examen de tables, se puso muy tenso, al borde de las lágrimas porque no se lo sabía bien.
Nerea: Cuando llegó a colegio por primera vez.
Abel: Cuando su hermano pequeño tenía unos días, no paraba de toser y él no sabía qué hacer.
Brayan: cuando corrió una carrera de atletismo por primera vez.
Michelle: se pone muy tensa cuando va a leer en misa.
Lola: se ponía muy tensa con el otro maestro que tuvo de ciencias porque no sabía muy bien cómo comportarse, qué le iba a preguntar, su voz tan grave le intimidaba, le producía tensión.
Rebeca: sintió tensión cuando empezó a dar clases con su profesora de clases particulares.
Nuria: cuando se apuntó a una carrera y comenzó a correr.
Ángel O: cuando está jugado a los video juegos y le van a matar.
Sara: cuando su hermano hace una trastada, le echan las culpas a ella y no sabe qué cómo reaccionar.
Adriana: cuando su hermano hace algo malo y su madre le echa las culpas a ella y se pone tensa porque le van a castigar.
Dina: Cuando conoció a sus amigas de clase y no sabía si les iba a caer bien.
Pedro: cuando va a hacer algo nuevo y no sabe si sabrá.
Vera: cuando le van a dar las notas de un examen.
Laura: cuando su madre le pregunta la lección y no se la sabe bien.
Ainara: Cuando su hermana era pequeña y no podía respirar, sus padres la llevaron al hospital y ella se quedó tensa y preocupada.
Joel: Cuando jugó su primer partido.
Margarita: cuando va a hacer el baile de fin de curso.
Hugo: Cuando lo sacaron en su primer partido y no sabía qué hacer.
Valeria: Cuando fue por primera vez a casa de una prima que no conocía.

En fin, podríamos concluir que aunque una suficiente carga de tensión o estrés es buena (no deja de ser la manera en la que el cuerpo se enfrenta a un reto), una sobrecarga no lo es, nadie se beneficia por demasiado estrés. Por ejemplo, sentir un poco de estrés ante un examen, puede motivarte a estudiar más, pero si el estrés es excesivo, puedes tener dificultades para concentrarte en la materia.

Y aunque todos pasamos por momentos de estrés, adultos, adolescentes y niños, son estos últimos los menos afectados generalmente. Por eso creo que quizás es la emoción (de las que hemos trabajado hasta ahora) con la que menos se han sentido identificados. ¡Y que dure!

¡La semana que viene más!










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