martes, 18 de octubre de 2016

EL ODIO



La semana pasada añadimos una nueva emoción a nuestro Proyecto Emocionario: el odio. Vimos la semana anterior el amor, que precisamente es lo opuesto al odio. Es una emoción que parece obvia, pero que mis alumnos no tenían muy clara, puesto que en algunos casos confundían con la ira.

Empezamos, como siempre, colgando la ilustración en nuestro mural del aula. Y, como ya es habitual, empezaron a "rumiar" de qué emoción se trataba.



Les pregunté por sus conjeturas. Hablaron de tristeza, de enfado, de rabia... Parece que tenían claro que no se trataba de una emoción positiva (aunque a mí no me gusta hablar de emociones positivas o negativas, sino de aquellas que nos hacen sentir bien o no). Finalmente, les desvelé el misterio: se trataba del odio.

En esta ocasión, antes de empezar a trabajar y leer el significado de la emoción, quise saber qué entendían ellos por odio. Y aquí tenéis algunas de sus respuestas:

Marta siente odio cuando su padre le riñe a su perro.

Ainara siente odio cuando tiene que recoger la habitación de sus hermanos cuando ella no lo ha desordenado.

Lola siente odio cuando tiene que recoger a tienda que desordenan otros niños.

Adriana cuando recoge la habitación de su hermano.

Blanca cuando su amiga le mintió. y es que odiar la mentira es algo muy normal.

Nuria sintió odio cuando ella estabba jugando con el móvil y su hermano se lo quitó sin preguntar.

Ángel Ortiz cuando su hermano le pega.

Sara cuando le riñen por algo que ella no ha hecho.

Dina cuando su primo le llama "cucaracha".

Michelle cuando su hermano le molesta.

Ángel Navarro cuando su primo no quiere jugar con él.


Una vez que escuchamos las aportaciones de cada uno, procedimos a leer lo que nos cuenta el emocionario: "El odio es una gran antipatía, un rechazo que sentimos hacia algo o hacia alguien".

¿Cuánto dura el odio? "A veces, mucho tiempo. Otras, sólo un ratito. Puedes sentir un odio fugaz hacia una persona, pero eso no significa que la hayas dejado de querer".

Y, para concluir, una frase que trabajamos mucho: "Si el odio nos mueve a la acción, sucumbimos a la ira".

¡Mucho para reflexionar sólo con estas tres frases!


En cuanto a las personas, nos centramos en el odio fugaz, aquel que sentimos como consecuencia de un enfado, pero que "no es real". Es decir, lo sentimos momentáneamente, pero en realidad no dejamos de querer a la persona. Y es que ese sentimiento, normalmente, lo sienten con sus más allegados: amigos, hermanos, papás... cuando hay un conflicto y se sienten enfadados. Y, nunca, jamás, van a dejar de querer a esas personas. No quise profundizar más en ese aspecto, porque quiero que lo vean así. ¿De verdad se puede odiar permanentemente a alguien? Pues supongo que sí, pero  prefiero que por ahora no lo sepan y espero que ellos no lo lleguen a experimentar nunca. Así, que en mi clase, el odio hacia las personas es fugaz, siempre fugaz. Y se trabaja para encontrar una solución :-)

En cuanto a las cosas o situaciones, la cosa es diferente. Yo les expliqué que el odio, ante una situación mala o indeseable, no tiene por qué ser algo negativo. En la definición vemos que el odio es antipatía o rechazo, es decir, una especie de "no me gusta nada" (para que lo entendieran mejor), y les puse un ejemplo: "Alguien puede odiar las injusticias", porque es una situación no correcta. Sin duda, yo siento antipatía ante las injusticias: ¡no me caen bien! :-)


Otro aspecto en el que quise incidir, como he apuntado anteriormente, fue en la última frase, la que indica que si el odio nos mueve a la acción, sucumbimos a la ira, ya que varios alumnos comentaron que cuando se enfadaban, sentían ganas de pegar (súper habitual, ¿eh? No es cosa de mis niños. Y muchos de los que no lo comentaron, van en la misma línea). Entonces hablamos del tema, y aclaré que eso es ira (algunos no entendieron la palabra y les dije que era lo mismo que rabia. Eso sí lo entendieron :-). Y que la ira NUNCA conduce a nada bueno, por lo que hay que evitar perder el control mientras estemos a tiempo. Tampoco quise extenderme demasiado, ya que es una emoción que trabajaremos en solitario durante una semana, pero sí intenté que les quedara claro que hay que separar el odio de la ira. Aunque una situación no nos guste nada, nada, nada de nada, hay que saber gestionarla, y nunca llegar a la ira o rabia. 

En fin, creo que esta emoción, que a priori es desagradable, también hay que saber identificarla y gestionarla, puesto que forma parte de nuestro complejo mundo emocional. Cuanto más comprendamos y sepamos expresar lo que sentimos ¡mejor! Repercutirá en nuestro propio bienestar y en el de quienes nos rodean :-)

¡La semana que viene más!.



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